Aviso a navegantes: Para muchos las siguientes líneas no dejan de ser un "coñazo de un loco", para ellos mejor salir del blog con respeto. Para mi es "pura poesía", un relato de una vivencia personal emocionante. Uno de esos días que se te quedan grabado en la rutina, como puede ser tu boda, el día que apruebas las oposiciones, ... o el día que finalizas un Ironman.
Tras dos días y medio metidos en una autocaravana, llegamos a Roth el viernes: dos locos (Raúl y el presente), dos santas (las Susanas) y dos preciosidades (Bruno y Alicia). Nada más llegar nos fuimos al punto de control, donde nos ponen una pulserita que no nos podemos quitar hasta que acabe la prueba, nos hacen firmar en el libro de control y nos dan la bolsa. Comienzan los nervios, se ve mucho "friki- guiri" con camisetas de distintos iromanes para impresionar, je, je.
Sábado. Día de organización. ¡Menudo follón! Resulta que la salida es a las 7.35 de la mañana en un canal a 8 km de la llegada, donde nos encontrábamos. Hay que estar obligatoriamente antes de las 6.00 allí para pasar el control. Tenemos dos opciones, o llevamos la autocaravana a la salida, con lo cual no madrugamos tanto, pero las sufridoras no ven la llegada, o bien aparcamos la caravana en la meta, madrugamos y las niñas están tranquilas esperándonos en el corazón de la prueba. Gana esta segunda opción.
Gran parte del día nos dedicamos a preparar todo lo necesario para el día siguiente, que es mucho. La bici, la comida que llevas sobre la bici (pastilla de omeoprazol e ibuprofeno incluída por si las cosas se ponen mal). Tenemos tres bolsas: la azul es para meter la ropa de calle con la que llegas a la prueba y donde meteremos el traje de neopreno al salir del agua. La verde y la roja. En una metemos los aperos de la bici y en otra los de correr. Tras revisar y revisar, fuimos a dejar la bici a la zona de boxes (a 8 km). Ya se respiraba el ambientillo tenso de una triatlón grande. ¡Qué nervios!
Vuelta al aparcamiento a excasos metros de la meta, biberones, cena de pasta y ... a dormir. En teoría. No dormí absolutamente nada. Los nervios,las campanadas de la iglesia del pueblo, los chavales con la música disco a tope, los coches y ...horror a las 3.30 de la mañana arriba. Me levanté rápido, intenté comer algo, pero no entraba nada. Raul y yo apenas hablábamos. "Tío, ha llegado el día, todo el año esperando a hoy", nos decíamos. A las 4.00 salimos con el resto del material hacia el autobus, ya se veía gente con la misma cara de sueño-miedo que se dirigía hacia el mismo punto.
Según bajamos del autobús, en el punto de salida, música tipo "El último mohicano", concentración absoluta, todo el mundo a su bola, nadie habla con nadie. Revisamos la bicis, material, estudiamos el recorrido... Es increible la cantidad de espectadores que se dieron cita. Un "speaker" animando a todos la gente, cantando, haciendo la ola, música disco de fondo, mucho colorido. Parecían las 12 de la mañana y acababa de amanecer.
Tras escuchar brevemente los himnos de los distintos países participantes salen los profesionales, y luego el resto de los globerillos, fitness de la élite, en tandas de 300 cada 5 mn. A Raul y a mi nos toca en la de gorros rosas, 7:35 de la mañana. 7:30 en cámara de llamadas, abrazo, suerte y ...¡al agua!. Petardazo de salida y "Joder, estoy comenzando un Ironman, no me queda nada¡¡¡¡¡". Comencé nadando muy despacio, con un dolor de hombros importante. Afortunadamente se me pasó a los 10 mn. Se nadaba en un canal, ida y vuelta, 3800 metros. Tras este inicio lento, Raul se pone en cabeza y marca el ritmo. Se me escapaba, así que decido ponerme a sus pies y seguirle lo que pueda sin obsesionarme. Se me escapó unos metros, le cogía, se me iba, así hasta la primera boya, iríamos unos 1200 metros. Comencé a encontrarme mejor y nos pusimos en paralelo, Raul y yo, pin , pan , pin , pan, venga a pasar a gente. Los que hacen Ironman no suelen nadar muy bien. Qué bonito, estaba disfrutando, nos pasamos toda la prueba cogiendo a gente que había salido en tandas anteriores. Yo me iba emocionando y apreté.Me encontraba muy bien, y aunque sabía que debía dosificar, me dejé llevar.
El caso, 1h05 nadando y ya estaba fuera. Cogí mi bolsa con la ropa de la bici y me metí en la carpa. Una voluntaria se acercó a mi y me ayudó a quitarme el traje. Me desnudé (si ,si, todo el mundo en pelota picada, con alemanas voluntarias ayudando, pero no estaba para fiestas, je je ).
Buena temperatura y nos quedaba dos vueltas a un circuito de 90 km. Intenté coger mi ritmo, y mi ritmo era uno en el que iba adelantando gente. Me encontraba lanzado, en cada pueblo montón de gente animando. Alemanes con carracas, cencerros y cervezas animando "hop, hop, hop, alé alé". Speakers y música a tope por cada población. Era alucinante, banderas, globos. Precioso.
Llega el famoso Solarer Berg. Llevo todo el puñetero año viendo videos de esta subida, el momento más preciado de esta triatlón. Joder, cada vez que lo pienso se me ponen los pelos de puntas. Una subida, donde había cientos y cientos de espectadores animando, sacando fotos, gritándote. Era como las etapas del tour donde tu no veías la carretera y era, a medida que avanzabas, cuando la gente se abría para dejarte escapar. Me emocioné y subí la mitad de la cuesta llorando. Era increible encontrarme ahí dentro, puffff.
Llevaba 90 km y tenía una media de 32 km/h. Ni en las mejores previsiones me veía haciendo eso. Decidí calmarme en la segunda vuelta, y en parte por propósito, en parte por necesidad, bajé el ritmo. Me entretuve a filmar con la videocámara, tuve que hacer una parada técnica y comer. Cada 20 mn sonaba mi reloj. Me tenía que meter las 2900 calorías que llevaba encima, y así hice. A partir del km 140 se me hizo pesado, la verdad. El sillín se me había hechado atrás del todo y no podía apenas acoplarme. Me dolía mucho el cuello y los hombros, pero era un circuito agradecido para mi, pues permitía cambiar de posición a menudo. Al final la bici en 5h45 mn, 180 km . Genial!!!!
Km 180 y llegamos a ROTH, escucho “¡¡Jorge, jorge!!” Ahí estaba Susana cámara en mano. ¡Qué alegría me hizo!. Me recogen la bici y un voluntario me da mi bolsa y me acompaña a la carpa, tal como en la primera transición. De nuevo en pelotillas con la alemana voluntaria al lado, me enfundo el traje de triatlón y a correr. Veo a Susana y me acerco a darla un beso. Me hubiera entrentenido más, pero me dijo “venga, venga no pares”. Pues vale. “Solo me quedaban 42 km “ Pensé. Miré el reloj y llevaba al comenzar la carrera 6h 58 mn. “Jorge, acabas seguro tu ironman y puedo bajar de 11 horas”, pensé, lo cual ni en el mejor de mis sueños. Ya no tenía nada que perder. Sabía casi desde que empecé a nadar que yo acababa. Sonará muy de fantoche, pero era así, yo sentía que estaba preparado. Sin embargo, no me quise obsesionar, subir mucho el ritmo podía suponer caer estrepitosamente, así que decidí llevar un ritmo cómodo pero alegre y decidir en la media maratón si seguir arriesgando o no . Las primeras sensaciones corriendo fueron también muy buenas, apenas notaba el dolor de piernas, sin embargo me dolía el cuello. Mucho público, que fue lo mejor de la prueba, mucho español diciendo “Jorge, jorge¡¡¡”, pues los dorsales estaban personalizados. El circuito era muy canalla y duro psicológicamente, canal arriba, canal abajo, subida larga y tendida. Muy duro, sinceramente. Llego a la media maratón con 1h58. Si mantenía ese ritmo iba a cascarme mi primer Ironman en menos de 11 horas. Pero…. no se exactamente si fue en el 22, el el 24 ó 25 pero “peté”, me empezaron a dar calambres en el cuello, se me dormían las manos y cada kilómetro tardaba más en pasar. Vi rápidamente que no podía bajar de 11 horas, así que me propuse otro reto para entretener mi mente. No andar. Tenía que acabar corriendo los 42 km del maratón y eso hice, creo. Por lo menos yo me creo que así fue, aunque la diferencia entre mi correr y el andar era mínima. Se me hicieron duros, la verdad, sabía que acababa pero no pasaban los kilómetros. Debía de dar pena mi estilo y mi cara, pues yo notaba que cuando pasaba, la gente me animaba con especial entusiasmo. Cuando quedaban 4 o 5 km, apenas podía correr, ya no valía refrescarse, ya no valía la cocacola, nada. Apareció una chica que tengo grabada en la retina y que cuando me vio, se paró y me dijo “Come on, you are an Ironman”. Joder, esa tontería me dio alas para acabar. Es verdad, estaba acabando mi Ironman, me di cuenta de que se me estaba escapando, de que acababa esa bonita locura, aceleré un poquitín y sin darme cuenta me iba acercando. Vas como borracho, envuelto en dolor, emoción y griterío. Mucha gente. Me grita Susana, me abrazo y me echo a llorar, me da a Bruno y hago los últimos 200 metros andando con él, los dos con cara de corderito. Música, aplausos, pantalla grande, medalla, masaje, comida… y por la noche fuegos artificiales.
No será mi último Ironman
4 comentarios:
Creo que a la chica esa que grita lo de "come on you are an ironman" está contratada por la organización. También se lo dijeron a Raúl y segun comentaba el brokerjosef de su primer IM también se lo gritaron.
Ya es la tercera vez que me lo leo y mola mogollón, menuda experiencia más chula.
Buf nos has dejado sin palabras, vaya carreron, yo ni me imagino un esfuerzo tan grande, lo mejor tu forma de escribirlo. Gracias
Esther , Javi y Diego
Muchas gracias, la verdad que me hace mucha ilusión que os guste la experiencia. Un abrazo a todos
Me ha gustado mucho. Enhorabuena de nuevo. Espero que coincidamos algúndía y podamos correr juntos ya que nuestras carreras son muy parecidas.
En mi blog esta la crónica de mi Roth, pero te enviaré a tu mail la de mi primer Ironman que esa fue mucho, mucho más intensa.
Un abrazo
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